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Manejo del comportamiento disruptivo desde un enfoque respetuoso

niño comiendo cereales

El comportamiento disruptivo —interrupciones constantes, falta de autocontrol, conductas desafiantes— es uno de los mayores retos tanto en el aula como en casa. Muchas veces genera frustración en educadores

y familias, que sienten que pierden el control o que nada de lo que hacen funciona.


Sin embargo, castigar sin más o aplicar normas rígidas rara vez resuelve el problema. La clave está en entender que detrás de cada conducta disruptiva hay una necesidad no cubierta o una habilidad aún no desarrollada. Desde ahí, es posible acompañar con firmeza pero también con respeto, ayudando al niño o adolescente a aprender a autorregularse y a relacionarse mejor.


1. ¿Qué entendemos por comportamiento disruptivo?

El término hace referencia a aquellas conductas que interrumpen el desarrollo normal de una clase o de la convivencia en casa. Algunas de las más comunes son:

  • Interrumpir constantemente.

  • Levantarse sin permiso.

  • Negarse a realizar tareas.

  • Contestar de forma desafiante.

  • Agredir verbal o físicamente.


Estas conductas no son simplemente “mal comportamiento”. Suelen estar relacionadas con dificultades en la gestión emocional, con un bajo control de impulsos, con problemas de atención o incluso con experiencias externas de estrés.


2. Principios de un enfoque respetuoso

El manejo respetuoso del comportamiento disruptivo no significa ausencia de límites. Se basa en tres pilares:

  1. Comprensión. Entender que la conducta es un mensaje y buscar qué hay detrás.

  2. Firmeza. Establecer límites claros, coherentes y consistentes.

  3. Respeto. Tratar al niño con dignidad, evitando humillaciones, etiquetas o comparaciones.


Cuando un niño siente que se le escucha y se le guía en lugar de ser castigado o ridiculizado, aumenta su motivación para cambiar.


3. Estrategias prácticas para educadores y familias

1. Establecer normas claras y positivas.

Las reglas deben ser pocas, concretas y expresadas en positivo (“Hablamos por turnos” en lugar de “No grites”).

2. Anticipar y estructurar.

Muchos niños con dificultades de autocontrol necesitan rutinas claras y anticipar lo que va a ocurrir. Los apoyos visuales (pictogramas, agendas) ayudan mucho.

3. Reforzar lo positivo.

Prestar atención solo a lo negativo refuerza el círculo vicioso. Valorar cada esfuerzo y logro favorece la repetición de conductas adecuadas.

4. Enseñar habilidades emocionales.

El autocontrol no se aprende solo con normas; se entrena identificando emociones, practicando técnicas de calma y aprendiendo a expresar lo que sienten.

5. Utilizar consecuencias lógicas y proporcionales.

Más efectivo que un castigo genérico (“sin recreo”) es aplicar consecuencias relacionadas con la conducta (“si tiras el material, lo recoges”).

6. Dar opciones.

Permitir pequeñas elecciones reduce la sensación de imposición y aumenta la colaboración.

7. Mantener la calma del adulto.

El modelo que ofrece el educador o el padre/madre es clave. Si responde con gritos o enfado, el niño aprende a regularse de la misma manera.


4. El papel de las funciones cognitivas

Muchas conductas disruptivas están vinculadas a dificultades en funciones ejecutivas como:

  • Atención sostenida. Les cuesta concentrarse durante mucho tiempo.

  • Inhibición. Dificultad para frenar impulsos.

  • Flexibilidad cognitiva. Rigidez al aceptar cambios o normas nuevas.

  • Planificación. Problemas para organizar tareas o tiempos.

Trabajar estas funciones desde la reeducación pedagógica, con ejercicios adaptados, permite reducir notablemente la frecuencia de las conductas disruptivas.


El manejo del comportamiento disruptivo desde un enfoque respetuoso no es fácil ni inmediato, pero sí profundamente transformador. Se trata de pasar del castigo a la enseñanza, de la reacción impulsiva a la intervención consciente.


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❓ Preguntas frecuentes sobre el manejo del comportamiento disruptivo

1. ¿Qué hacer si mi hijo no responde a ninguna consecuencia?

En esos casos, lo más probable es que haya una dificultad emocional o cognitiva de base. Es importante acudir a un profesional para evaluar y trabajar esas áreas.


2. ¿Cómo mantener la calma cuando la conducta me desborda?

Respira, toma distancia unos segundos y recuerda que tu serenidad es parte de la intervención. Nadie aprende de un adulto fuera de control.


3. ¿Qué pasa si en el aula un niño interrumpe constantemente?

Puedes establecer señales no verbales, reforzar los momentos en que sí respeta turnos y ofrecer pausas cortas programadas para liberar energía.

 
 
 

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